lunes, 29 de diciembre de 2008

Ronaldo: a tres goles de la leyenda


NACIÓ EN UNA HUMILDE COLONIA DE RÍO DE JANEIRO, PERO RECORRIÓ EL MUNDO SENTENCIANDO PORTEROS. BRILLÓ EN SU PAÍS, EN HOLANDA, EN ITALIA Y EN ESPAÑA. GANÓ DOS MUNDIALES, PERO IGUAL EN ALEMANIA 2006 PERSEGUIRÁ UN SUEÑO: SER EL MÁXIMO GOLEADOR DE LA HISTORIA DE LAS COPAS DEL MUNDO.

Es un privilegio ver jugar en vivo a Ronaldo. Un privilegio que los amantes del fútbol lamentan no haber tenido con el francés Just Fontaine o --los más jóvenes-- con el alemán Gerd Muller. Un goleador de ese nivel es Ronaldo: mítico. Las críticas que se le pueden hacer por acciones puntuales se desvanecen ante la trascendencia de sus números, su talento, sus dos títulos y doce goles en Mundiales… Y, en Alemania, quiere dar un paso más, el definitivo, el que lo mantendría en las páginas más gloriosas del fútbol: ser el máximo goleador de la Copa del Mundo. Para cualquiera, una hazaña. Para Ronaldo, un objetivo.

De Bento Ribeiro a la Selección

En Bento Ribeiro --una de las colonias más pobres de Río de Janeiro--, Ronaldo metió sus primeros goles mientras su madre trabajaba catorce horas diarias para mantener a sus niños. “Nunca pasé hambre, pero tuve una infancia difícil --recuerda el brasileño--. Tenía problemas para hacer lo que me gustaba, pero no dejé de ir a la escuela ni a los entrenamientos”.
De pequeño era aficionado al Flamengo. Su padre lo llevaba al estadio Maracaná para ver a su ídolo: Zico. A los 14 años realizó una prueba futbolística en ese club y la aprobó. Su sueño de jugar para “el Fla” estuvo por cumplirse, pero sus padres no tenían dinero para pagarle los viajes en autobús. Y el sueño se esfumó.
Entonces se puso la camisa de Sao Cristovao. Se destacó rápidamente y fue convocado por la Selección Sub 17 de Brasil: metió 59 tantos en 57 encuentros. Lo contrató Cruzeiro de Minas Gerais y, un año después, ganaba su primer título y era convocado a la Selección Mayor. Ya era una estrella. Y tenía 17 años.

Estrella fugaz
Su pase a Europa no se demoró. Después de ganar el Mundial 1994 con Brasil, el PSV Eindhoven de Holanda compró su pase. Cuando llegó, se sintió incómodo: no conocía el idioma y sufría el frío. Cuando se fue, se sintió amado: la afición se enamoró de sus goles. Fueron 54 en 58 partidos. Su alejamiento se aceleró cuando, en la final de la Copa de Holanda, el entrenador lo dejó en la banca hasta los minutos finales. Ronaldo no lo soportó y pidió el traspaso.
Lo contrató el gigante Barcelona, pero al principio no se hablaba de sus goles sino de su personalidad introvertida: Ronaldo respondía “no sé” a casi todas las preguntas de la prensa. Los 20 millones de dólares que había costado su pase (hasta entonces, el más caro en España) y la responsabilidad de jugar en uno de los equipos más importantes de la Tierra parecían pesarle. Pero demostró que no era así. Se ganó el apodo de “O Fenómeno” por su rendimiento anormal: 47 goles en 49 partidos, y un juego inolvidable ante Valencia. Había metido dos goles, iban 2-2. Valencia arrinconó a Barcelona. En el último minuto, Ronaldo --virtuoso, sensacional-- tomó el balón en el mediocampo y corrió a toda velocidad. Superó a dos jugadores y definió con clase ante el arquero. Golazo. 3-2. La tarde más recordada de Ronaldo en Barcelona.
La temporada 1996/97 hubiera sido perfecta si no fuera porque a los catalanes se les escapó la Liga Española. El contrato con el club duraba ocho años; se extendió a diez. Parecía que Ronaldo se quedaría eternamente, pero la unión se extinguió de pronto. Una pelea con el presidente hizo que O Fenómeno dijera adiós.

El juego de las lágrimas
Ronaldo había sido elegido mejor jugador del mundo en 1996. Comprar el pase no sería fácil para el Inter de Italia. Mantener su nivel no sería fácil para el delantero. Ambos cumplieron: el club pagó 27 millones de dólares; Ronaldo fue elegido otra vez como el mejor. En su primera temporada hizo 34 goles y obtuvo la Copa UEFA.
Estaba en la cima, pero el Mundial de Francia 1998 fue un golpe entre los dientes para él. Llegaba como candidato al botín de oro y pese a molestias en sus rodillas --que lo obligaban a jugar infiltrado--, todo fue bien hasta el partido decisivo. Ronaldo había anotado cuatro veces y Brasil estaba firme. Pero la final, para él, fue un principio: el principio de su etapa más oscura.
Tenía presión, mucha. Sintió la responsabilidad. Horas antes de la final sufrió convulsiones. Fiebre. Malestar estomacal. Los médicos lo revisaron y el diagnóstico fue terminante: no tenía nada que pudiera generar esos síntomas. ¿Qué pasó? Ronaldo estaba nervioso. Nadie lo recordaba, pero tenía sólo 21 años y no paraban de exigírsele goles, simpatía, imagen perfecta. Aun así --o quizá por eso-- lo arrojaron al campo para alegría de los sponsors. Jugó mal. Francia derrotó 3-0 a Brasil. Casi todos dudaron de su grandeza. Y los problemas recién empezaban.
En 1999 se rompió parcialmente el tendón rotuliano de la rodilla derecha. Entonces comenzó una seguidilla de lesiones que pondría a su carrera al borde del precipicio. Jugó ocho partidos en dos años y medio. La imagen más triste se vio ante Lazio, en abril de 2000, cuando recién retornaba. Intentó correr un balón y se desvaneció: se le habían destrozado los tendones de la misma rodilla que le habían operado.
Mientras muchos decían que era un jugador retirado, Ronaldo pasaba seis horas diarias haciendo ejercicios y natación. Aquella final en Francia y la sensación de que su físico no resistía más lo desprestigiaron. En noviembre de 2001 hubo otro retorno. ¿Uno de tantos, el prólogo de otra lesión? No. Esta vez fue definitivo. Fue un prólogo, sí: el de la resurrección de un crack.

Un goleador mundial
En Estados Unidos 1994, Ronaldo formó parte del plantel campeón aunque no jugó ni un minuto. Y, si Francia 1998 había sido doloroso, Corea-Japón 2002 fue la cumbre de su carrera. Siete meses después de su recuperación, debía demostrar que había vuelto el verdadero Ronaldo. Lo hizo con goles. Empezó con seis en seis juegos (uno pareció en contra, pero la FIFA se lo dio a él). En la final, la misma instancia que lo había sentenciado cuatro años antes, Ronaldo brilló. Fue el partido más importante de su vida. Anotó los dos goles para el 2-0 sobre Alemania. Sus ocho tantos lo elevaron a goleador de la Copa y a ser elegido el mejor del mundo por tercera vez. ¿Y las acusaciones de cobardía? ¿Las voces que decían que no volvería al primer nivel? Tapadas por aplausos, miles de aplausos. Ronaldo había vuelto.
Su nivel sideral no podía ser ignorado por Los Galácticos, y Real Madrid lo sumó a cambio de 40 millones de euros. Desde 2002 su aporte en la red es intenso: promedia más de 24 goles por temporada. Sin embargo, lo que empezó como una exhibición de los mejores futbolistas del mundo (ganando Liga Española, Copa Intercontinental y Supercopa Española en la temporada 2002/2003) terminó siendo un fracaso ideológico: tener a los jugadores más cotizados no significa tener al mejor equipo. Los Merengues llevan tres temporadas sin títulos. Ronaldo es de los pocos que muestran un nivel acorde a sus antecedentes. Sigue haciendo lo suyo: goles, goles, goles. Y se viene el Mundial…

¿Llegará?
La carrera de Ronaldo está completa. Ganó dos Copas del Mundo, 12 campeonatos más, fue tres veces mejor jugador del mundo… Sólo le faltan lograr esos detalles que únicamente los más grandes consiguen. Y una hazaña: puede ser el máximo goleador en la historia de las Copas del Mundo. El dato estremece. Ni Pelé, ni Maradona, ni Lineker, ni Paolo Rossi. Si anota tres tantos en Alemania 2006, Ronaldo se ubicará por encima de todos. La marca de 14 goles de Gerd Muller ya no parece imbatible. Ronaldo es un delantero de alma, que vive por y para el gol. Es un futbolista con clase, potencia y precisión. Es un ganador, un hombre que quedará en la historia del fútbol. Pero, además, Ronaldo está cerca de ser algo más. Está a tres goles de la leyenda.

El hombre de los 365 goles
Durante su carrera, Ronaldo no paró de anotar. Sus números son buenos en todos los equipos: 41 goles en 46 partidos en Cruzeiro; 54 en 58 en PSV Eindhoven; 47 en 49 en Barcelona; 59 en 99 en Inter; 97 en 157 en Real Madrid; y 68 en 105 en Brasil. En total, suma 366 en 514 juegos. Fue goleador de la Liga Holandesa 1994/1995; Liga Española 1996/1997 y 2003/2004; y del Mundial 2002. Una carrera fabulosa.

Expediente
Nombre completo:
Ronaldo Luis Nazario de Lima.
Fecha y lugar de nacimiento: 22 de septiembre de 1976 en Bento Ribeiro, Río de Janeiro (Brasil).
Trayectoria: Sao Cristovao (1991-1993); Cruzeiro (1993-1994); PSV Eindhoven -Holanda- (1994-1996); Barcelona -España- (1996-1997); Inter -Italia- (1997-2002); Real Madrid -España- (2002-2006); Selección de Brasil (1997-2006).
Titulos: Copa de Brasil 1993 (con Cruzeiro); Copa de Holanda 1996 (con PSV Eindhoven); Copa del Rey 1996/97, Supercopa Española 1996, Recopa Europea 1997 (con Barcelona); Copa UEFA 1997/1998 (con Inter); Liga Española 2002/03, Copa Intercontinental 2002, Supercopa Española 2003 (con Real Madrid); Copa del Mundo 1994 y 2002, Copa América 1997 y 1999 y Copa de las Confederaciones 1997 (con Brasil).
Ronaldo íntimo
*En abril de 1999, se casó con Milene Domíngues. Tuvieron un hijo, Ronald, y se separaron en 2003.
*Volvió a casarse en 2005, esta vez con Daniela Cicarelli, en un lujoso castillo francés. Pero se separó 86 días después.

ARTÍCULO PUBLICADO EN FOX SPORTS Nº5 (EDICIÓN EL SALVADOR) Y Nº2 (EDICIÓN URUGUAY), JUNIO DE 2006

Nota de 2008: En el Mundial 2006, Ronaldo le anotó dos goles a Japón y uno a Ghana. Brasil fue eliminado en cuartos de final, pero él se consagró máximo goleador de la historia de los Mundiales.

1 comentario:

  1. ¡Qué jugador al fútbol!
    Con su abdomen prominente sigue por el camino de esos grandes con pinta de antihéroes y alma de fútbol, como el chueco Garrincha, el pelado Di Stéfano, el petiso Maradona o ese flaco desgarbado Cruyff...
    El fútbol es así: los genios le ganan a los atletas.
    Un abrazo...

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